El día que me quedé embarazada

Curra - Casi 40 y buscando bebé

Nuestra primera Eco

Después de tantas pruebas, consultas, pinchazos y medicamentos había llegado el día. El centro de Fertilidad que llevaba nuestra Fecundación In Vitro, nos citó a las tres de la tarde. La única indicación que nos habían dado era que bebiera mucha agua para ayudar a que en la ecografía de la implantación se viera todo mejor.  Nos llevaron a la habitación para que me cambiara.  Uno de los médicos vino a saludarnos y a explicarnos cómo había seguido la evolución de los 5 embriones. 


- Por el momento deciros que tenemos dos embriones estupendos y los tres restantes vamos a dejarlos en el laboratorio 48 horas más para ver cómo evolucionan porque no tenemos muy clara su viabilidad y no queremos congelarlos y que tengáis falsas esperanzas. Hoy os vamos a implantar a nº 2 y nº 7. 


Eran buenas noticias y eran unos números preciosos. Fue entonces cuando el médico nos preguntó si queríamos que mi marido entrara a verlo y entonces pensé: ¡Dios mío, esto es perfecto! Y allí estaba yo, otra vez en el mismo quirófano donde me habían hecho las extracción de 10 óvulos hacía cuatro días. Misma postura espantosa. Mismo equipo encantador de enfermeras. Habían bajado la luz lo que agradecí muchísimo y frente a nosotros una pantalla mostraba la ecografía que me estaban haciendo y cómo era todo el proceso.
- Vamos a preparar la zona antes, limpiando los restos de progesterona que has estado poniéndote y vamos a introducir una cánula hasta el fondo del útero para que haga de vía por la que entren sin problemas los embriones. 
Y era verdad! en medio de todo ese mundo de sombras grises y negras inexplicables que es una eco, vimos claramente cómo entraba esa cánula blanca y atravesaba la imagen. 
-¿Queréis ver a los embriones? - nos preguntó el médico sonriendo-
-Claro - contestamos y una enfermera cambió de canal para ver una cámara que desde el microscopio del laboratorio grababa a nº2 y nº7. Dos bolitas de células aparecieron ante nosotros. Me sentí emocionada y sobrecogida. Allí estaban y durante el tiempo que duraran dentro de mí, podían ser mis futuros bebés. 
- Uno es bastante guapo -dije riendo-


El doctor llamo entonces al laboratorio y dos minutos después una enfermera entraba con una cánula alargada y anunciaba que eran mis embriones. En cuestión de segundos vimos cómo se introducían y aunque una enfermera sonriente intentaba señalar en la pantalla cual era el lugar exacto donde estaban; entre los nervios, la emoción y que me confieso negada para descifrar el mundo ecográfico, no fui capaz de distinguirlos dentro de mí. 
Me hicieron doblar las piernas hacia arriba y me dijeron que debía permanecer en esa postura al menos diez minutos. Me trasladaron a la habitación. Pasado ese tiempo volvió el médico que nos dijo que todo parecía correcto, nos dio la eco y las pautas a seguir para los próximos días.
- El próximo día 19 te haremos un análisis de sangre para ver si tienes hormonas de embarazo en tu organismo, si da positivo quiere decir que uno o los dos han agarrado. Una semana después comprobaríamos en una eco cómo va todo y cuantos son. Buena suerte!


Ya estaba, lo habíamos logrado. Técnicamente estaba embarazada, o así me sentía. Un cuarto de hora antes había entrado siendo una y ahora iba a salir de ahí con dos pequeñas bolitas flotando en mi interior. Es muy probable que no lograra nada, pero también había toda una maravillosa potencialidad en ellas. Mi marido y yo llegamos a una conclusión aquel día: para ser algo tan anormal en la vida de dos personas,  jamás hubiéramos pensado que nos hicieran que la experiencia fuera tan fácil y tan humana.