Cuando comencé en julio el tratamiento de fecundación in vitro me prometí estar preparada para una montaña rusa de emociones. No sólo por lo que significaba decir que sí a la maternidad, después de tantos años, o por la cantidad de hormonas que iban a invadir mi organismo. Ni siquiera por las terribles cifras de éxito/complicaciones a las que me podía enfrentar o al más que posible desenlace negativo de todo el proceso. Tenía y tengo miedo a cómo voy a encajar un fracaso en algo tan importante.
Soy totalmente consciente de que la palabra fracaso es de por sí una barbaridad usarla. En estas cosas no hay culpables, no hay errores; las cosas son como tienen que ser y lo natural es aceptar lo que venga y quedarse con la certeza de que hiciste lo que estuvo en tus manos. Día tras día, racionalizo todos mis sentimientos sensatos y me aferro a ellos. Pero al igual que creía estar preparada para pincharme yo sola y me sorprendí a mi misma mareándome y perdiendo el equilibrio; tengo miedo a creer estar preparada y derrumbarme si algo sale mal. Pero supongo que todo esto que hoy confieso, es parte del proceso normal de un ser humano ante lo desconocido. Es curioso como uno mismo se descubre cuando la vida le lleva a situaciones límites.
Sólo quedan 48 horas para que me extraigan mis óvulos y los fecunden. A diferencia de lo que una mujer en condiciones normales experimenta, yo tengo el privilegio/maldición de vivir cada etapa sabiendo fecha y hora ¿puede alguien imaginar algo que suba más el nivel de estrés? Me siento expectante, intrigada, ilusionada. A cada paso que doy mido cada resultado como un pequeño logro. En estos momentos 14 óvulos crecen en mi interior, 8 de ellos con bastantes posibilidades. El viernes que viene me los extraerán y habré completado un escalón más. Por ahora no quiero pensar más allá. Quiero aparcar el miedo. Concentrarme en el momento y sentirlo. Si el segundo día de tratamiento me volví a enfrentar a las agujas y logré dominarme, puede que, si la historia no tiene final feliz, encuentre fuerzas donde no las haya al fin y al cabo.
Hola Curra, la verdad es que no se como empezar sin que quede muy “weird”, pero que diablos, es como encontrar en la orilla, una botella con un mensaje dentro. La tienes que abrir !!!
ResponderEliminarEsta es una de esas tardes en las que necesitas evadirte, la noticia de la perdida de un amigo en segundos te unde, y no sabes como, te pones a pensar.¿Como le irá a …? Un poco de research aquí y allá pero nada, menos mal que uno es una persona de recursos y bingo!!!!
Fue más bien poco el tiempo que tuve la oportunidad de conocerte, pero he de decir que eres de esas personas que te deja su impronta personal. Me alegra ver que no has perdido ni tu sentido del humor, ni tu espíritu luchador .
En otras circustancias no me habría atrevido a colgar este comentario. Soy de los de la teoría que si tienes un buen recuerdo de un lugar o de una persona,este se debe conservar tal cual. Pero bueno, creo que la ocasión lo merce.
He seguido con detenimiento lo que has escrito y he encontrado tanta pasión y tantas ganas, que en efecto parece una frase hecha, pero tener un hijo es lo mejor que te puede pasar en la vida. Yo tengo una niña de 10 años que ha despertado en mi sentimientos y sensaciones que nunca habría pensado tener.
Animo, se que andar de médicos no es de lo más agradable, pero es un mal necesario. Al fin y al cabo tu resultado merece la pena, sin embargo yo, ando hecho un cacharro y para que no me aburra el estrés me ha regalado un colon irritable, del cual me estoy planteando hacer también un blog :)
No me enrollo más, solo quería decirte que tu puedes con eso y con más, no desesperes.
“In bocca al lupo”
¿¿¿Qué te puedo decir???? Todos esos sentimientos, altibajos, subida de hormonas, expectativas, análisis exhaustivo de cada parte de tu cuerpo, los viví en carne propia hace años.
ResponderEliminarAnte todo, siempre hay que ir con mentalidad positiva (no solo en esto sino en cualquier momento de la vida). Yo soy de la opinión que lo bueno llama a lo bueno. Así que ya sabes, a por ello.
Pero por otro lado, debo decirte que si las cosas no salen tal y como tú esperas, no pasa nada. Te aseguro que la vida sin hijos es maravillosa, la prueba la tienes conmigo.
A veces idealizamos demasiado las cosas y la sociedad, sin querer también nos marca mucho. Crecemos con la idea de encontrar a nuestro príncipe azul, casarnos y tener hijos y si alguna de estas cosas se trunca parece que ya no puedes ser feliz.
Si todo sale bien, te aseguro que seré la tía (en el sentido estricto de la palabra), más feliz del mundo, y si no, estaré aquí a tu lado, para achucharte, reconfortarte y pasar contigo el mal trago.
Un beso enorme
Para el mensajero de la botella. Es un regalo inesperado el recibir tanto cariño desde el pasado. De alguna manera sientes que algo has debido de hacer bien para que te recuerden y se preocupen por animarte en momentos tan singulares de tu vida. Siento mucho la perdida de tu amigo y siento que tu estrés te esté pasando factura. Pero, debo confesarte, que me alegro muchísimo que esa tarde te distrajeras buscándome y sobretodo que te animaras a escribir. Tantos buenos deseos y esperanza me han sobrecogido y ayudado a seguir soñando. Decirte gracias se me queda muy corto.
ResponderEliminarDesde tus recuerdos y con la sonrisa más amplia que puedas imaginar, te deseo de corazón todo lo mejor para tu vida.